El gazpacho andaluz es una sopa fría tradicional originaria de Andalucía, España.
Su origen es incierto, pero se le considera tradicionalmente un plato de Andalucía, donde el aceite de oliva y los productos de la huerta son abundantes, especialmente durante los veranos secos y calurosos.
Este plato no solo es delicioso y refrescante, sino que también aporta numerosos beneficios para la salud debido a sus ingredientes.
Hay registros de este plato en recetarios romanos e incluso en la Biblia. Inicialmente, el gazpacho no llevaba verduras y consistía en pan remojado en agua, vinagre y aceite, a veces con ajo o almendras, consumiéndose ya durante el siglo VIII en la España de Al-Ándalus por los campesinos de la región, era un plato de aprovechamiento. Sin embargo, la transformación clave ocurrió en el siglo XVI con la llegada de tomates y pimientos desde América, dando lugar al gazpacho andaluz moderno que conocemos hoy.
El tomate destaca por su contenido en licopeno, asociado con la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Los pimientos aportan vitamina C para el sistema inmunológico, el pepino contribuye con hidratación y fibra dietética, y el aceite de oliva, fuente de grasas saludables, beneficia la salud cardiovascular. Además, el gazpacho andaluz es bajo en calorías y grasas saturadas, convirtiéndolo en una opción saludable y refrescante durante los días calurosos.
La popularidad del gazpacho andaluz ha trascendido las fronteras de España, convirtiéndose en un icono apreciado en todo el mundo por su simplicidad, frescura y versatilidad,
Además ha influido en la creación de otras sopas frías y ha contribuido a la expansión de la gastronomía mediterránea en la escena culinaria internacional, destacando su legado como una deliciosa representación de la riqueza y diversidad de la cocina española.